La leyenda cuenta que en el 2003, el productor John Laing (involucrado en las lamentables secuelas de TV de "Soldado Universal") le ofreció al semidios de este blog (Albert Pyun, ¿quién más?), filmar una serie de películas centradas en las aventuras y desventuras de Max Havoc, un ex-kickboxer devenido fotógrafo. Pyun agarró viaje ante la que le parecía una gran premisa, y sobre todo porque Laing le ofrecía algo que no veía muy seguido: financiación.
La película sería filmada en la isla de Guam (situada en la Micronesia, pero territorio yankee). Laing y el gobierno de la isla llegaron a un curioso acuerdo: la isla garantizaría con 800 mil dolares el préstamo que Laing obtuvo para filmar la película. ¿A cambio? De empleos para los pobladores en la filmación, de utilizar la película como propaganda para la isla, y sobre todo, de traer Hollywood a la isla. La historia de la película giraría en torno a un dragón de Jade, codiciado tanto por la Yakuza como la organización de los Dragones Negros, y que caería en manos de una amiga de Max. Por ley de Murphy, algo tenía que salir mal, y de hecho salió mal. El dinero apareció de a ratos, faltaban equipos y la filmación de la película fue por demás caótica. Los isleños contratados para la película no vieron un centavo. La población, que fuera de la zona turística es realmente pobre, agasajaba con lo poco que tenía a camarógrafos y actores de la película. Todo por un ratito de Hollywood en sus vidas.
Pero Hollywood se quedó en casa. Porque el reparto de la película distaba y sigue distando mucho de ser netamente Hollywoodense. Max Havoc era encarnado por el suizo Mickey Hardt, un kickboxer de poca monta cuyo mayor mérito era ser villano en la mediocre "Vampire Effect" y que está ahora trabajando (según dice IMDB) en la TV alemana. La modelo Joanna Krupa haría de la amiga de Max. Y las mayores luminarias estaban robando en papeles menores: Richard "Shaft" Roundtree tiene como mucho diez minutos de pantalla, y por supuesto, el eximio Carradine (por el cual posteé esta película), que debe tener tambien diez minutos de pantalla como mucho. Pero la ladri mayor aquí resulta ser Carmen Electra. Por tres días de filmación (y casi la misma cantidad de minutos en pantalla), y dos comerciales para una empresa de telefonía celular, se llevó 100 mil verdes. Una anécdota sitúa al entonces gobernador de Guam, Felix Camacho, en una cena de gala, mirando el para nada despreciable escote que portaba Carmencita, y exclamando: "¡Mira eso! ¡Eso es Hollywood!" Laing no pagaría el préstamo. ¿Y quién pagó? Guam. La isla le inició juicio a Laing y a Pyun. La película quedó en el limbo, hasta que Laing recompró los derechos de la película por 81 mil dolares. Pyun, por su parte, hizo otra película ("Infection", renombrada como "Invasion") de una hora durante su estadía en la isla: filmada en una noche, en una sola toma. Dificilmente ésta es una película relevante en la filmografía de Carradine, pero en su ratito en pantalla, despliega todo el carisma que siempre tuvo.
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