Esta es una entrada atípica. Entre tanto cine post-apocalíptico, de magos, espadas y hechiceros, y artes marciales, de repente se me ocurrió meter esta joyita del cine clásico. En cierta forma inspirada en el Robin Hood, pero con una dirección imponente y un primer actor que deja a Errol Flynn chiquito (y ni hablemos de Kevin Corneta...)
Burt Lancaster había sido un acróbata de circo, hasta que una lesión lo obligó a abandonar. Durante la Segunda Guerra Mundial empezó en la actuación, y tras volver, inició una larga y prolífica carrera actoral que culminaría a principios de los 90's, antes de su muerte en 1994. En 1950, encarnó a Dardo Bartoli, un forajido de la ley, cuya mujer se unió al duque que rige la campiña italiana donde transcurre la historia de esta película. En el medio está su el hijo de ambos, y la hija del duque, que se volverá la Marian de este Robin Hood a la italiana. Junto a Lancaster está Nick Cravat, quien fuera su compañero en el circo, haciendo del mudo Piccolo. Cravat no es mudo ni la intención era que el personaje fuera mudo, pero el acento made-in-Brooklyn de Cravat hubiera quedado muy fuera de lugar en una película de época.
La película es una película de aventuras para todo público como deben ser. Sin sobrecarga de chistes con dobles sentidos de índole sexual, ni efectos especiales innecesariamente zarpados, aunque en ésto último, no es mérito de la Warner que ésta peli no haya tenido CGI, sino que faltaban por lo menos 30 años - o más - para la aparición de la animación computada. Muy recomendable para toda la familia, y seguirá siéndolo, de acá a unos veinte o treinta años.
2016: desde la entrada de este post, Emerald Films la editó en DVD. Por ende, no voy a resubirla.
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